En ese hilo interminable que es la literatura, siguiendo el rastro de algunas poetas mujeres, nos sale al paso la voz magnífica de la escritora y académica Carmen Conde, quien ahondó como nadie en la condición femenina y su expresión poética. Ella fue parte activa de un período de la poesía española en el que, por vez primera, se escuchó la voz femenina sin emulaciones, libre y genuina, sin disfraz; la voz de la mujer.
1947, mismo año de su obra Mujer sin Edén. Carmen Conde se expresaba así en su artículo La poesía de la mujer poeta:
«La mujer poeta está obligada a expresarse por medio de su condición humana de parte opuesta al hombre, como él lo es de ella. (…) No afirmaré yo que la mujer actual posea del todo su libertad, porque la libertad reside en nosotros mismos y no en aquellos que parecen sus depositarios cerca nuestra. Pero sí digo que es hoy cuando la Poesía de la mujer está muy próxima a pertenecer a ella sola, a no ser reflejo de la ajena, de la siempre dictadora poesía masculina. Es hoy cuando no tiene urgencia de acudir a otros, para lograr arrancar. (…) Poeta mujer –o poetisa, ¡es lo mismo!-, no hables sino como tú, ahonda en ti, conócete».